martes

De esas palabras que, inevitablemente, conmueven arrancándonos los párpados, y sugieren que nos caigamos en ese hoyo donde las almas no pueden sino expandirse, enlazándose en mil cariños de bienvenida y las caricias de los gracias repentinos.
Es posible

Es posible,
(antes de denunciar milagros, así lo explico)
que los vientos del sudeste, en otro de sus arrebatos,
la hayan adoptado,
que quedara atrapada entre las hojas de un viejo libro,
esos libros plenos de utopías, libros que ya nadie lee,
o que algún barranco no avistado a tiempo, la escondiera,
si hasta es posible que, simplemente,
rodara hasta alguna alcantarilla, en su búsqueda de libertades marítimas,
o que, si bien no lo acepto, se haya escapado de mí,
para evitar su suerte de muertes diarias, que adivinaba, casi sin equivocarse,
para encallar a gusto entre arrecifes fugaces y piratas andaluces,
o para recorrer huellas y caminos, montando a pelo al destino,
blandeando quimeras, izando preguntas, en dirección al principio.
Es posible,
que con su ausencia quisiera darme una lección o enseñarme los otros paisajes del alma,
las profundidades de la desazón, los valles oscuros de la angustia o la bruma cerrada de
la tristeza;
de cualquier manera ya no importan,
los porque, las razones o el orden de los sucesos,
su regreso es cosa cierta,
y conozco, al fin, su paradero,
ilusión, yo la llamaba,
Abril, es su nombre nuevo.
L. E. Correa.
- Papá -

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Frano dijo...

qué hormiguita!