un día
alguien me tocó el timbre,
no supe cómo caminar
por el pasillo,
y la luz por las rendijas
entrometiéndose
me acusaba, señalándome,
de asesina.
tenía un miedo
que sangraba,
había una falsa guía
y un tutor escondido,
la planta caía enredándose
y yo no tenía más que un aroma
en el aire,
una culpa de cenizas.
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