martes

hace calor en mi habitación de enferma y
me dan unas ganas tremendas de ser tierna,
de agitarme frente a alguien con termómetro
bajo el brazo y sonrojarme, gatear
un poquito, mojarme las puntas
de los dedos y sonreir como si me cayeran encima
todas las hojas del otoño. no es fácil
querer ser de peluche en una habitación
vacía. de verdad tengo ganas de hacerme
chiquitita y hablar así con diminutivos
de todo tipo, decir te quiero en voz bajita,
acariciarle la mejilla a alguien, acostarme en
un pecho calentito, extrañar y escribir una notita
que salve un poco las distancias. así con diminutivos
de todo tipo. tengo ganas de pegar un salto muy pequeño
que me acerque al cielo pero no me alcance,
de tener fiebrícula y acurrucarme entre almohadones
pasteles, que alguien me mire y achine los ojos
como queriendo encerrarse entre los límites
de mi propia imagen. de verdad tengo ganas.

como siempre las voluntades se esfuman
entre el humo de tabaco de los padres.

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