domingo

reconozco que
ya no soy salvaje
pero sigo intentando rasgar
el espectro de las montañas en el aire,
sigo intentando lamer
las heridas que te sobren,
las heridas que se dibujen en tu piel
como un ocaso marchito
y la arena mojada a mediados
de junio, arqueo mis vértebras para
lanzarme sobre vos
y luchar contra el fracaso, contra
la película lúgubre que te cubre
cuando termina el día y el pasado
no se movió y te muerde
como un dolor resquebrajado;

te pertenecen el instinto animal
que me queda y mis garras
para que puedas corromper
tus tristezas, para que acaricies tu espalda
y sientas
cómo te sopla la vida, cómo el murmullo
de la luna sobre el sena
se acerca a nosotros para convencernos
sobre la magia, el tiempo y las arañas.

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