a mitad de camino
entre el luto y apostar a vos
no sé cómo decir que
era feliz sin tus manos sin tu voz
sin tu altura de volcán
mi cuerpo se sabía de memoria
los caminos del placer
de la comodidad del agotamiento
entendía la soledad chamuscada
de las diez de la mañana y sin embargo
mi tibieza quiso jugar a ser fuego
a soplar tu nombre sobre las tazas de café
emprendí la tarea del reconocimiento
de la sonrisa escondida de los sueños
y me arrepiento;
pero hay una belleza inquebrantable en el dolor
a la que me cuesta renunciar: hoy me duermo otra vez
con tu postal acogotada en el pecho
me duermo como ese lienzo arrugado y seco
que no tuviste ganas de pintar
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario