
Qué locura
asumida la existencia
el sismo de
la vida, subiendo
al cielo, corriendo
al viento, teniendo
la muerte, la
muerte, sin
aviso, sin
alarmas
sin perdones, ¡sin ternuras!
Y qué abandono el de la sangre
que no palpita ni escurre
que se cansa y se salpica
y se torna y se transforma
y desfigura y desentona.
La rima que no habita
el pájaro que canta
los árboles que miran
la nube que marchita, el pedestal
allá arriba o allá abajo quién sabe
el destino de uno
o la casa del otro
el negro que no tuvo más remedio
que volverse blanco
y los cuentos que no fueron
la cadena se apretó
y la risa que lloró.
Negro- más compuesto que nunca
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