
Rumian las brigadas de viejos
el mismo, el mismo viejo bocado.
¡Camaradas! ¡A las barricadas,
a las barricadas de alas y corazones!
Sólo quien quema los puentes que va dejando atrás
es un verdadero comunista.
¡Basta de caminar, futuristas,
saltemos al futuro!
No basta con construír una locomotora,
con atornillar las ruedas y largarse.
Si la canción no hace retumbar la estación,
¿cuál es la gracia de la corriente alterna?
Hay que poner un sonido encima de otro
y adelante,
cantando y silbando.
Todavía quedan letras sonoras.
ERRE
SHA
SCHA.
No basta con desfilar de a dos en fondo
ni con ponerles franjas a los pantalones.
Ni la totalidad de los soviets de diputados
lograrán poner en movimiento a los ejércitos.
Si los músicos no tocan una marcha,
¡sacad los pianos a la calle,
con un garfio sacad los tambores por las ventanas!
Despedazad el tambor, si quereís,
y el piano,
pero que haya ruído,
truenos.
¿Qué es eso de sudar en las fábricas,
qué es eso de embutanarse la jeta con hollín
y de mirar con ojos de lechuza
el lujo ajeno,
en los pocos minutos de descanso?
¡Basta ya de verdades baratas!
Limpia tu corazón de todo lo viejo.
Las calles son nuestros pinceles.
Las plazas, nuestras paletas.
El libro del tiempo,
con sus miles de hojas,
aún no ha cantado los días de la revolución.
¡A la calle, futuristas,
tamborileros y poetas!
Vladimir Maiakovski
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