no estoy segura de esto
o en verdad no estoy
segura de absolutamente nada
tenía esa certeza vaga de saber cómo
describir los instantes
que preceden a la muerte
o en verdad a la
casimuerte
estaba sentada en la mesa ovalada
cubierta por un mantel manchado
con vino tinto, una mancha
bien larga de esas que no salen
sin una novia empecinada, en fin
estaba rodeada de espíritus tristes
que se relamían los dedos observando
un pan dulce fluorescente
se relamían y cantaban unos tangos
de esos que entonan la desdicha
y la convierten en himno de tiempos
más viejos más lentos
más enterrados en la miseria y en la
desesperanza
cantaban y jugaban a aplaudirse
tomaban vino tinto y lo volcaban
tomaban sidra y champán y hacían sonar
una campana gigante
o en verdad sólo la agitaban en el aire
inventándose un sonido acorde a las
llamadas perdidas de la euforia
ya no queda mucho de esos dos después de las fiestas
despeinados y oliendo a cigarrillos
ni de esos sapitos contentos ni de todo ese
festín de avenidas y artificios
no
ahora sólo hay rima hay
desperdicios
fuentes llenas de pollo y jamón crudo
una pena que ruge y se advierte
entre las copas altas, regalo de bodas
recuerdo de condena y mal augurio
acaso un destino mal firmado
o sin aclaración
todos tienen penas y nosotros las tenemos
sigue cantando la mujer con rodete
sigue cantando y alguien la escucha, a lo lejos
entre los rostros vacíos en el comedor
todavía hay uno que no se desprendió de sí mismo
o en verdad quiso hacerlo y la muerte
le dijo que a los quince todavía existía la suerte
vamos, son las doce, brindemos
están arrojando bombas en la calle
el volumen de la tele está alto, hay café recién hecho
en la cocina repleta de platos apilados
vamos, son las doce, suena el teléfono
en el living hay un nene que se quedó dormido en el sillón
le tiran petardos y le sacuden el cuerpo con pirotecnia
pero el nene se queda quieto
el nene no se despierta
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario