"La última curda se excusó,
no seas tan gíl, saben tus pies
más que vos,
del barro no salís sino sabiendo bién
que su mancha es el dolor,
el dolor que te quedó,
y su olor,
maldito olor,
que no se va,
que te abraza y te impregna
te empuja sin renuncios,
sin treguas,
como una niebla que llega
y te secuestra,
reemplaza tus pasos, tus huellas,
se ríe como tu vieja maestra,
te roba las muelas, las muecas,
y se sienta a mirar,
mientras vos gritas que el qué,
que el quién y que el porqué,
das vueltas sin cesar,
tratando de justificar el último paso,
la última excusa,
y la mentira,
triste manotazo de un cobarde
que se arrastra hacia el final
"Dejame el pié,
me estas mordiendo los cordones,
qué vas a hacer,
no somos más que estos olores,
pero qué tristeza,
con la cabeza medio muerta
y el corazón desesperado,
el bolsillo alerta,
y los besos a la estampita,
casi una mueca,
vos y yo y el desheredado,
una mujer que grita,
el niño que defeca,
hay un pueblo perdido,
desorientado y herido,
es fácil darse cuenta,
se aferran a un pié,
se lamen sus heridas,
te juran no se qué,
sólo por la sorpresa.
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