dura frente al frío, con escamas luminosas
y un sudor metálico que nos adorna el ceño
y nos agota
los trenes corren famélicos en esta ciudad famélica
y la verdad sobrevuela nuestras cabezas
como una mariposa vencida por el viento
-todo es brillante cuando el río se levanta de su tumba:
el horizonte titila nervioso, como si no quedara tiempo
y los puentes se doblan dejando al descubierto
la belleza tonta de la luna-
no hay tristeza en esta ciudad sacudida
/en esta ciudad famélica/
hay mutilados y ciegos pero siempre es igual:
los perros gritan bajo el cielo quebrado y los demás
escuchan canciones entre besos enlatados y descansan
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